viernes, 8 de septiembre de 2006

Reglamento vs. tradición


Solo un año después de que John Fowler Dixon estableciera en Londres el primer récord oficial de las 100 millas (20 horas 36 minutos y 8 segundos), se disputó en Nueva York la primera prueba de 24 horas de marcha propiamente dicha. Fue entre el 10 y el 11 de mayo de 1878 y catorce marchadores tomaron la salida. El vencedor fue J.B. Gillie, que cubrió un total de 108 millas (173 kilómetros), pasando por las 100 en 21 horas y 42 segundos. Le secundaron M.J. Ennis, con 103 millas (165,7 kilómetros) y J. Schmidt, con 100 millas.
Si a partir de entonces las pruebas de 100 millas o 24 horas se hicieron relativamente populares en Europa, en los Estados Unidos, lamentablemente, no volvió a celebrarse ninguna más hasta 1967. Ese año, coincidiendo con la creación del American Centurion Club -versión americana de la británica Hermandad de los Centuriones que reúne a todos aquellos marchadores que han cubierto 100 millas en menos de 24 horas-, se organizó en Columbia una prueba sobre esa distancia. El primer centurión de la nueva era fue Larry O’Neil, que a sus 60 años cubrió los 160'9 kilómetros en 19 horas 24 minutos y 34 segundos. Cuatro años más tarde, el olímpico Larry Young -medalla de bronce en 50 km en México 68 y también luego en Munich 72- consiguió, en una competición que tuvo que celebrarse en pista cubierta por culpa de las adversas condiciones meteorológicas reinantes ese día, un tiempo de 18 horas 7 minutos y 12 segundos, actual plusmarca americana de la distancia.
Durante un buen número de años, en los Estados Unidos se disputó regularmente una prueba de 100 millas con rango de campeonato nacional debidamente sancionado por el organismo federativo competente. Esto no sucede ya hoy en día. Una de las razones es el cambio de la reglamentación llevada a cabo por la IAAF en 1995. A partir de ese año, y para que el estilo del marchador sea considerado correcto, la pierna que avanza debe estar recta -no doblada por la rodilla- desde el momento en que contacta con el suelo hasta que alcanza la posición vertical. Eso, en las pruebas de marcha de gran fondo, es imposible. Marchar a la velocidad habitual a la que se disputan las pruebas de larga distancia con ese estilo –propio de las pruebas de 10, 20 o 50km- sería totalmente antinatural. Más o menos lo mismo que exigir a un saltador de longitud que no pasa de los seis metros que realice el mismo “dos y medio” en el aire que realizan los que sobrepasan los ocho metros.
Pero así como en otros países –Francia, Suiza, Gran Bretaña, Bélgica, Países Bajos…- el peso de años de tradición ha impuesto la preeminencia del espíritu de la ley sobre la letra y las pruebas de gran fondo se han seguido disputando sin perder su carácter oficial, en los Estados Unidos, es la aplicación estricta del reglamento la que ha acabado ganando la partida.
No hay ya, pues, campeonato norteamericano de 100 millas, pero eso no significa que no sigan celebrándose pruebas sobre esa distancia y el American Centurión Club no siga aumentando sus miembros. Sin embargo, son pruebas no oficiales, que se celebran obviando la reglamentación IAAF y de espaldas a la federación norteamericana. La labor a llevar a cabo por quienes actúan como jueces es simple: descalificar a todo aquel que corra. Punto.
Ahora queda por determinar quién ha salido perdiendo más.

Foto: Salida de la prueba de 100 millas del American Centurion Club celebrada en Addison, Tejas, en 2004.