
Algunas maratones y
mediasmaratones populares que se celebran anualmente en los Estados Unidos incluyen ya desde hace años una categoría especial para marchadores, con clasificación aparte. Para que su progresión pueda ser controlada sin excesiva dificultad por los jueces, a los marchadores se les entrega un dorsal claramente diferenciado del resto de participantes. Sin embargo, se da el caso de que en los formularios de inscripción de alguna de estas pruebas se recuerda cuáles son las estrictas reglas que diferencian la marcha de la carrera y se aconseja que aquellos atletas -cada vez más numerosos, por cierto- que tengan pensado cubrir la distancia simplemente caminando se inscriban en cambio como corredores para evitar una descalificación. Esto, desde un punto de vista meramente reglamentario puede ser lógico; desde cualquier otro punto de vista es un disparate inmenso.