
"¿Son muchos en el mundo los que saben lanzar el martillo, saltar con la pértiga o del trampolín de esquí? Claro que no. En cambio, con una mínima preparación, cualquiera de nosotros es capaz de participar en competiciones de marcha. Es más, casi a diario tenemos la oportunidad de entrenarnos en ese deporte. Cuando estamos apurados por llegar al trabajo, apretamos el paso; al ver un autobús acercándose a la parada, echamos a andar rápido. Todo esto induce a pensar en lo siguiente: el campeón mundial, digamos en lanzamiento de martillo, es campeón entre un limitado número de colegas suyos: el campeón mundial en sable es el mejor sablista de un poco numeroso contingente de sablistas; empero, el campeón mundial de marcha es campeón de todos nosotros." E. Bogatiriov (1980)
E. Bogatiriov no era marchador sino escritor. De ahí la importancia de ese "nosotros". Este párrafo puede leerse en su biografía del gran marchador soviético Vladimir Golubnichi, publicada en 1980. Desde entonces ha pasado mucho tiempo y la marcha ha cambiado también mucho. Tanto que cabe hacerse la pregunta de si la gente corriente, esa que aprieta el paso cuando está apurada por llegar al trabajo o cuando ve un autobús acercándose a la parada, sigue teniendo razones para considerar hoy al campeón de marcha como su campeón.